Soy una resiliente, término relativamente reciente en la historia, que me define a la perfección.
Un resiliente es el superviviente a la muerte en vida; el superviviente a un trauma alargado en su procedimiento vital o producido por un hecho relevante.
Mi más profundo agradecimiento al C.A.R.R.M.M. (Centro de Atención, Recuperación y Reinserción de Mujeres Maltratadas), porque en mi caso esa fue la mejor de las decisiones que he tomado en mi vida, darme la oportunidad de cambiar en mi forma de pensamiento. Dar el impulso, desde lo más profundo del ojo del huracán para sobrevivir a una vida ingrata.
Lo más importante de un resiliente es su fuerza de voluntad, su empeño en seguir hacia delante a pesar de las pruebas que la vida nos ponga en el camino.
Espero que esta carta sea una puerta de esperanza a los actuales y futuros residentes, deciros que se consigue, que no es un mito, que no es una leyenda. ¡Se consigue! ¿Cómo?... con la voluntad, con el ímpetu de levantarte cuando la vida te golpea, con la enseñanza que eso te aporta, con aprender que en esta vida todo es relativo y que la vida atrás nos transmite, primero el reconocimiento de los errores por nosotras cometidos, segundo… que el pasado, pasado está. Que lo importante es introducirnos en el proceso de cambio que aunque lento, es el más productivo.
En vuestro caso, la aplicación a través de los profesionales en psicología que os apoyan, con la técnica conductual cognitiva (si cambias en tu forma de conducta, a través del conocimiento de tus propios hechos en el pasado, podrás hacer que tus actos futuros te sean más beneficiosos), en mi caso la evolución posterior hacía la psicología humanística, en la que te enseñan que los errores, son humanos y que hay que darles la importancia que tienen, aprender a valorar, que nuestra vida no sólo está llena de errores, sino que en el proceso en que nos hemos equivocado, también hemos hecho una enorme cantidad de cosas positivas. Aprender a sopesar las negativas y valorar las positivas en una ruta de enriquecimiento personal.
Ana María Pérez del Campo, hoy sabrás que la abogada del diablo, a la que siempre hacías callar está bien… que aunque no estuviera de acuerdo en el total de tu política… te recuerdo con agradecimiento (todos no somos perfectos), en cuanto a Toñi, gracias por estar a mi lado en mi proceso de despertar; tus preguntas, me hicieron buscar respuestas, unas respuestas que durante toda mi vida estaba buscando fuera, sin darme cuenta, que estaban en mí.
Gracias especialmente a Carmen de guardería que supo observar a mi pequeño JM. Que cuando entró en la Casa Grande tenía tan sólo tres años y que hoy al igual que entonces es un niño admirable… de siete años y medio. Gracias a Conchi, Carmina, Isabel y a todas las demás mujeres que han hecho posible que una infraestructura tan escasa, saque adelante un proyecto de futuro tan importante, la de darles a las mujeres víctimas de malos tratos por razón de género y a sus hijos una luz de esperanza.
Algún día, residentes y ex residentes, podremos transmitir a la sociedad que debemos cambiar nuestra forma de pensamiento. De esa manera la semilla que en nosotros se ha sembrado podrá germinar y crecer.
Maltratador no es cualquiera, por el hecho de ser hombre. Es un perfil definido en un amplio espectro de formas de comportamiento, con un proceso psicótico definido y repetitivo. Apoyado, desafortunadamente por elementos en los que se refuerzan. Sociópatas, transgresores en la intimidad del hogar, hacía los seres indefensos. Son cobardes, inmaduros y tienen un gran complejo de inferioridad, posibles traumas infantiles (ciertos o imaginarios). Aprovechan su grado de observación (por encima de lo normal) para seleccionar a su presa… y no sucumben en la caza hasta que la presa está en su guarida… luego llega el siguiente proceso, el de la sumisión de la víctima, para degenerar en la etapa de la destrucción de la víctima, no parándose en ningún momento a observar la repercusión en los hijos ni en los seres cercanos (rehúsa cualquier tipo de consejo, o de apoyo por tomar otra vía de solución en la separación) la violencia se convierte en su obsesión, sus víctimas en el objetivo de guerra.
Creemos, porque así nos han educado que un padre… es un padre, por encima de todo. No es así, un padre, es un padre positivo o negativo y, nuestros hijos, para tener un proceso de crecimiento gratificante lo que necesitan son referentes masculinos y femeninos positivos, saber que la sociedad y la convivencia son enriquecedoras.
Sin más, me despido de vosotras, hasta una nueva misiva.
Begoña Fernández.
Ex residente del C.A.R.R.M.M.
(Carta leida por Begoña durante el III Encuentro Literario Luna Llena)
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